Les hablaré de la primera tradwife que conocí, mi mamá, ella fue una esposa tradicional y dedicó buena parte de su vida a cuidar de la familia, un trabajo que le tomaba más de las 8 horas diarias y sin derecho a descanso los fines de semana; créanme, no exagero cuando me refiero a una buena parte de su vida, ella desde muy pequeña asumió las tareas del hogar y el cuidado de niños. Pero antes de tratar su periodo de tradwife, debo retroceder un poco más en el tiempo y explicar el por qué se dieron las cosas así:
Mi abuela fue abandonada por sus padres en casa de su abuela paterna, quien sobrevivía con la venta de alimentos en las mañanas, ella le tenía que ayudar a preparar la masa a partir de las primeras horas de la madrugada, era una rutina diaria. Los recuerdos de su niñez son haciendo fritos, fue una infancia difícil y no recibió ninguna educación.
Nos contaba que nadie le explicaba nada y ella siempre tuvo mucha curiosidad, imagínense que en una ocasión cortó una pelota por la mitad para ver qué era lo que brincaba; en otra prendió fuego a una choza por accidente mientras bailaba con algunas velas encendidas en sus manos, y en lugar de salir corriendo, entró a la choza, no se quemó de milagro; una vez lanzó un gato al río para que se bañara, y en una hazaña que mi abuela desconocía podían realizar, el gato dio en el aire un giro de 360° aferrándose de regreso a sus parpados superiores, atravesándolos con las garras de las patas delanteras, no perdió la vista de milagro; también le metió el dedo en el pico a un guacamayo que acababan de atrapar y cortarle las alas con el fin de domesticarlo, el animal a pesar de todos los esfuerzos que hicieron no la soltó y para evitar que le arrancara el dedo, le terminaron cortando la cabeza al pobre guacamayo; sí lo sé, es horrible, pero esas cosas eran más comunes en los tiempos de antes.

¿Y sus padres?, su papá a veces se la llevaba a vivir con él, mi abuela se alcanzó a emocionar la primera vez, por fin podría disfrutar de su infancia; pero la decepción fue enorme cuando descubrió que la llevó como muchacha de servicio, para que lo atendiera a él y a la que se supone era su madrastra, mi abuela nos relataba que esta señora la pellizcaba constantemente. La mamá no se quedaba atrás, fue ella quien la abandonó en casa de su abuela, ni si quiera informó cuantos años tenía, donde nació y en qué fecha; hoy en día no sabemos qué día cumple años, ni su edad con exactitud, se le celebra los 20 de julio, fecha que le ponen en la Registraduría a cualquier persona de la que no se sepa su día de nacimiento, días patrios.
Uno de los momentos más tristes en la vida de mi abuela, fue cuando su mamá apareció luego de haber transcurrido unos años de que la abandonara, le dijo en secreto que recogiera sus cosas y que la esperaría en una esquina a varias calles de allí al día siguiente para llevársela. Ese era su anhelo más grande y después de tantas dificultades se le haría realidad, al día siguiente mi abuela alistó sus cosas como pudo y estuvo en el sitio indicado a la hora acordada, espero horas y horas, mi bisabuela nunca llegó.
Esta historia ayuda a comprender, él porque ella aburrida y cansada de esos años de trabajo arduo, aprovechó la primera oportunidad que se le presentó para escaparse de la casa de su abuela, y la oportunidad no fue más que irse a vivir con un hombre, que sería el papá de su primer hijo, el cual nació cuando ella tenía 16 años. Sí lo sé, es horrible, pero eso era lo común en los tiempos de antes, no había más opciones para las mujeres. La relación no duró mucho tiempo, él la golpeaba cada vez que podía y mi abuela no escapó de un infierno para entrar a otro, por ello lo dejó.

Luego conocería a mi abuelo, un campesino tomador y sin ningún tipo de empatía; se perdía por días y cuando regresaba, sí ella le hacía el más mínimo reclamo, se volvía a perder más días. Esta relación tampoco duró mucho tiempo, ella lo dejó con mi mamá en el vientre. Después de 10 años tuvo su tercera hija con el hombre que más amó, está relación si alcanzó a durar más tiempo que las anteriores, con él tuvo 3 hijos. Para esas épocas mi abuela había alcanzado un nivel de prosperidad que solo se podía en los tiempos de antes, ella una persona casi que analfabeta, tenía casa y varios carros, siempre fue muy buena para los negocios; de hecho, aún lo es, y sigue trabajando pese a la insistencias de sus hijos de que descanse, sin pensión por su puesto.
Con este último señor no todo fue color de rosa; la dejó con los 3 hijos en común, más los 2 anteriores, es decir: 5 hijos. Pero antes de marcharse, con falsas promesas y aprovechándose del amor que mi abuela le profesaba, le hizo vender la casa y sus carros para financiar una funeraria que pensaba poner en cierta ciudad que no tenía ninguna, pero que irónicamente sí tenía altos índices de muertes violentas; fue un negocio redondo. Sin embargo, no se llevó a su familia a esta ciudad, se hizo de una nueva familia y abandonó a mi abuela dejándola sin nada en la calle.
Por todos estos sucesos, mi mamá tuvo que dedicarse a las labores del cuidado y a su familia siendo todavía una niña. Mi abuela al quedar sola con cinco hijos y sin el apoyo de ninguno de los tres padres, le tocó trabajar en otras ciudades o países como muchacha de servicio para así conseguir con que sostenerlos. Mi mamá al ser mujer y de las hermanas mayores, le tocó prácticamente criar a sus últimos tres hermanos, les cocinaba, los llevaba al colegio, les ayudaba con las tareas, etc. Como si fuera su madre.

Cuando se casó con mi papá tenía 18 años y estaba embarazada de mi hermana mayor. Ella no había logrado terminar el bachillerato debido a que mi abuela la sacó del colegio; según sus creencias, las mujeres no tenían que estudiar, sino aprender un oficio. Sí, lo sé, es horrible, pero eso era común en los tiempos de antes. Mi mamá era una de las mejores estudiantes en su colegio y no poder terminar sus estudios le dolió muchísimo; a la fecha aún se lo recrimina a mi abuela.
Mi papá trabajaba de operario en una empresa con horario de 8 horas, a veces hacía horas extras pero motivado, ya que antes eran bien pagas; él comentaba que competía con sus compañeros por quedarse con ese trabajo adicional, que tiempos aquellos. Tenía turnos de día o de noche y en sus descansos jugaba bastante con nosotros, salvo durante los turnos de amanecida, cuando no podíamos hacer ruido durante el día, debido a que él estaba durmiendo. Vivíamos con mi abuela paterna, una gran mujer; siempre quiso a mi mamá y la trataba excelente, ambas se querían mucho; ella murió cuando yo tenía 9 años.
Mientras ¿Qué hacía mi mamá?, nos levantaba todas las mañanas tipo 5:00 am y nos alistaba para ir al colegio, a su vez que preparaba el desayuno; luego hacía el aseo de la casa. Al mediodía nos recogía después de clases y por las tardes nos ayudaba con las tareas; aprendí a leer, escribir, sumar, multiplicar y dividir gracias a ella. Mi abuela paterna ayudaba con la elaboración del almuerzo y cena, por otro lado, mi mamá realizaba vestidos, pantalones, camisas, sombreros y demás en su máquina de coser, es muy buena en ello. Las labores de modistería le tomaba largas jornadas; recuerdo que algunos días se acostaba a altas horas de la noche; mi mamá tenía que hacerlo para complementar los gastos de la casa, puesto que mi papá solo daba una parte de su sueldo que no alcanzaba a cubrir todo y no ponía un peso más, quien sabe qué hacía con el resto del salario, pero con nosotros no se lo gastaba, era un puro y físico tacaño.
Mi mamá como buena cuñada, les hacía ropa gratis a las hermanas de mi papá y sus respectivas familias, es decir, que no siempre ganaba algún dinero por este trabajo, pero mi abuela le insistía tanto y por el cariño que le tenía ella lo hacía; estos favores terminaron por aburrirla, hace mucho tiempo que no le cose ropa a nadie.
Los fines de semana mi mamá se dedicaba a hacer un aseo profundo en la casa, limpiaba el baño y lavaba a mano en la batea con un manduco la ropa, era una jornada de todo el día: lavar, colgar, bajarla cuando este seca, doblarla y plancharla. Recuerdo que me obligaban a doblar esos tanques de ropa y yo lo odiaba. Todo esto fuera de las labores diarias que implica atender a 3 hijos y un marido; partiendo de lo pequeño como cortarnos las uñas y peinarnos, hasta lo macro como planear la casa, hacer la compra, llevarnos al médico, al odontólogo e ir a las reuniones del colegio, entre otras labores; era trabajo exclusivo de mi mamá, porque mi papá nunca lo hacía, esa carga mental era toda de ella.

Las anteriores circunstancias se acompañaban con una relación en la que tenía que tolerar las infidelidades de mi papá, casi que desde el primer año de matrimonio, fuera de otras formas de violencia psicológica y económica a las que estaba sometida. ¿Por qué mi mamá lo soportaba? No conocía otra forma de vivir, así era la vida de las mujeres, tener un esposo e hijos sin muchas opciones, el amor conlleva “sufrimiento y sacrificio”. Era un matrimonio en el fondo frágil, el cual se sostenía porque mi abuela hacía todo lo posible por cubrir las fallas de mi padre; ponía el dinero que faltaba en los gastos de la casa, ayudaba a mi mamá en todo lo que estuviera en sus manos para hacerle la existencia más llevadera.
Cuando ella murió todo se fue a pique, no hubo quien tapara las faltas de mi papá, nos daba una vida de mierda, bajaba los tacos de energía de la casa para que nos acostáramos a la hora que a él le daba la gana. Si llegábamos tarde (Tipo 9:00pm o 10:00pm) de algún evento familiar, nos dejaba a mi mamá y a nosotros afuera de la casa por horas. El último año previo a la separación, las discusiones entre los dos eran horribles, mi papá le decía que a ella no le correspondía nada, que esa casa era de él, que ella era una mantenida, una cucaracha, porque la echaba y no se iba. También la amenazaba diciéndole que le iba a quitar la custodia de sus tres hijos.
Lo de quedarse con nosotros era solo por amargarle la vida, mi papá no sabía ni hervir agua; en las pocas ocasiones en las que mi mamá salía sola un día entero de la casa a visitar a algún familiar, mi papá nos alimentaba con galletas Ducales, Coca-Cola y pastillas de chocolate que comíamos como dulce. Nunca tuvo intención de vivir solo con sus hijos, nada más quería hacerle el mayor daño posible a mi mamá, porque después de tanto se atrevió a dejarlo, cosa que debió hacer en su primer año de matrimonio, así mi hermano y yo no hubiésemos existido.

Para ir cerrando esta historia, ella consiguió el divorcio, un embargo alimenticio para sus 3 hijos por el 40% de los ingresos de mi papá y se vendió la casa para que cada quien se quedara con el dinero de su mitad. Con su parte, a mi mamá a penas y le alcanzó para comprar una casa en un barrio que a mis 13 años me parecía espantoso, con sapos croando por las noches. Mi papá por su parte, nos sacó de nuestra casa en la que crecimos para gastarse la plata en mujeres, solo nos compró un jean a cada uno. Vale la pena decir que sin este embargo es muy posible que no hubiera ayudado en nada con los gastos de la crianza; al pasar los años, él mismo lo admitió: embargarlo fue la mejor decisión de mi madre.
Mi mamá no tenía mucha experiencia trabajando fuera de la casa, mi papá nunca lo permitió, él decía que él lugar de la mujer era su casa, el único oficio que sabía era coser y de eso consiguió trabajo, se levantaba en la madrugada, nos preparaba el desayuno y nos dejaba el almuerzo listo para cuando volviéramos del colegio; mis hermanos y yo empezamos a tener un papel más activo en las labores del hogar, pero debo admitir que sobre todo mi hermana mayor, ella se encargaba en parte de nosotros, nos cuidaba.
Después de la separación no quiso casarse otra vez o tener pareja, ella decía que no quería atender a ningún otro hombre más nunca en su vida. De la experiencia de ser una «ama de casa», «esposa tradicional» o tradwife, le quedo: 3 hijos que mantener y cuidar sola, traumas psicológicos por el maltrato que aguantó y una casa en un barrio humilde. En la actualidad mi mamá ya es de la tercera edad y no tiene pensión porque el tiempo que cotizó fue insuficiente, para rematar el trabajo que se oferta en las confecciones de ropa por lo general es informal; no le pagaban sus prestaciones sociales ni cotizaban su seguridad social. Vive de lo que sus hijos a bien tengan darle.
No entiendo porque hay personas que quieren volver a la esposa tradicional, ¿En que cabeza les cabe quitarles a las mujeres alternativas para dejarlas al arbitrio de sus maridos? Esta historia no es algo excepcional, era y aún es la constante, mis tías tuvieron que padecer incluso situaciones peores que mi mamá y lo triste es que aún están ahí en pareja, no conocen otra forma de vivir la vida.
Dudo que ese deseo por lo tradicional se deba a una idealización de las tradwife y de la familia, de querer un hogar armónico donde las mujeres se dediquen gustosas a cocinar comida rica y a lavar ropa, con una vida totalmente plena y feliz. No, no hay una buena intención en este deseo, lo que se quiere es someter a las mujeres, rebajarlas a seres humanos de segunda donde su felicidad no importa y el sufrimiento de ella les alegra; dejarlas sin la opción de elegir porque saben que no serían elegidos, tendrían que esforzarse por ser personas funcionales en todos los sentidos y eso les da flojera y miedo. Miedo de mirar en su interior y darse cuenta de que no han hecho ni un mérito para ser elegibles, que no valen la pena.
Mi madre eligió después del divorcio, eligió ser libre y feliz; téngase en cuenta que esta decisión la tomó sin tener mayor formación o conocimiento sobre feminismo, concluyó por sí misma que no se necesita de un hombre para ser feliz, prefirió estar soltera, priorizando su tranquilidad y paz. Es su experiencia, la de mi abuela, la de mis tías y la de las amigas de mi mamá, las que vienen a mi mente cuando me encuentro en TikTok un vídeo insulso de una tradwife1. No tienen ni idea de lo que tuvieron que soportar las verdaderas esposas tradicionales y es una burla a las que no sobrevivieron esa experiencia.
Nota del editor.
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Este texto fue enviado por un usuario invitado a la sesión Tu versión, quien autorizó su publicación en conjunto con las imágenes.

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